jueves, 22 de febrero de 2024

Sitio (Denise Levertov)

Hablándole al dolor

Ah, dolor, no debiera darte el trato
de un perro vagabundo
que llega hasta la puerta trasera por si logra
un trozo de pan duro, un hueso mondo.
Debería confiar en ti.

Debería halagarte y conseguir
que pasaras dentro y ofrecerte
un rincón propio,
con una vieja alfombra para echarte
y tu propia escudilla.

Te piensas que no sé que llevas tiempo
instalado en mi porche.
Quieres que quede listo tu sitio genuino
antes de que sea invierno. Necesitas
tu nombre, tu collar, la chapa
de identificación. Y necesitas
el derecho a espantar a los intrusos,
a quedarte en casa y
sentirla como propia,
a mí como algo tuyo
y a ti
como mi propio perro.


 

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Antología poética
Denise Levertov (Ilford, Essex, 24 de octubre de 1923 – Seattle, 20 de diciembre de 1997)

Ediciones Hiperión, 2013

La forma orgánica sustenta los versos de Levertov; sus poemas no tienen sentido sin la vieja interacción entre el significado y la forma. De ahí que la empatía sirva para que su poesía fluctúe hasta lograr la reconciliación de contrarios dentro del universo mediante el proceso dialógico. Tal es en esencia la armonía del mundo explicada en su poesía. La estética de Levertov radica en el uso del espacio poético como un microcosmos donde recrear con fidelidad cuantos fragmentos de realidad ha descubierto en su indagar incansable. La forma orgánica pone el acento en la entidad del poema como un organismo vivo, sujeto a procesos de transformación y de evolución, sin un esquema de comportamiento fijado por las leyes métricas, sino por esas mismas reglas que justifican y mantienen la vida en el universo. La poesía de Levertov no obedece a patrones formales establecidos, sino que recurre a la disposición e interacción de recursos visuales, auditivos y táctiles en la página.
[Prólogo de Cristina Gámez y Bernd Dietz]

miércoles, 10 de enero de 2024

Destierro (Silvia Mistral)

12 de junio
Brilla el sol sobre el río. Unas mujeres, junto a una casita blanca, lavan la ropa con brío. Han embarcado todos los refugiados por orden alfabético. Se anuncia una salida. Unos agentes, somnolientos, pasean a lo largo del espigón. Son la última visión del «allez, allez», la última estampa del militarismo francés. Vuela el pensamiento hacia los que quedan encerrados en la arena inhóspita de las playas de los Pirineos Orientales. El único representante que nos despide, en esta mañana cubierta por una neblina de fin de primavera, que el sol deshace con sus rayos dorados, es Fernando Gamboa. Los demás han regresado, por la noche, a Burdeos y no han regresado, todavía, en el momento de la partida.
Voces portuarias se escuchan entre las cuerdas y las máquinas. Se eleva el ancla, con estrépito, y la sirena del buque entona su preludio de despedida. Los rechazados se agrupan en el muelle con los nervios tensos y los ojos llenos de lágrimas.
Cuando el Ipanema se aleja del espigón, unos y otros lanzan tres gritos:
— ¡Viva México! ¡Viva Cárdenas! ¡Viva la República!
Nadie da un hurra a Francia.
Cuando el barco abandona el lecho del Gironda para adentrarse en el golfo de Vizcaya, pienso qué absurdas e inesperadas situaciones conducen al viaje —invitación al destierro— lanzándonos lejos de la tierra nativa. Bien decía Goethe que «nunca se va más lejos que cuando no se sabe a dónde se va».

Destierro (Silvia Mistral)

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Éxodo
Silvia Mistral (La Habana, 1 de diciembre de 1914 - Ciudad de México, 26 de julio de 2004)

Icaria Editorial, 2009

Nada más llegar a México, Silvia Mistral (adoptó ese seudónimo en homenaje al poeta francés Frédéric Mistral) se establece en Ciudad de México junto a su compañero, el dirigente ácrata Ricardo Mestre, un alma inquieta que no pierde el tiempo y funda enseguida una editorial, Minerva. Mestre había sido durante la guerra director del diario Catalunya, comisario cultural y miembro del comité de Defensa de la CNT. El primer libro que publicará Ediciones Minerva será Éxodo, con prólogo de León Felipe, una prestigiosa voz (acababa de publicar «Español del éxodo y del llanto») que le otorgó un sello de calidad a la obra de Mistral. Previamente, el diario de Mistral se había publicado por entregas en el semanario mexicano Hoy. La escritora reelaboró luego el texto —en el que se combina el dietario y la crónica urgente de un desarraigo colectivo— para introducir referencias literarias y políticas. La portada es obra de otro transterrado de la primera hora, el artista sevillano Francisco Carmona.  Pese a su calidad literaria y su valor testimonial, Éxodo pasará sin pena ni gloria por el mundo editorial mexicano. Apenas se vendieron unos pocos libros de los 3.000 ejemplares editados. La precaria edición realizada por Mestre jugó en su contra. Pero sin duda la doble condición de mujer y exiliada poco conocida también le pasó factura a Mistral. La autora achacaría también más tarde la escasa repercusión de la obra a motivos políticos, como recordaba en una carta enviada a la escritora Anna Caballé en 1996: “Fuera por la modestia de la edición hecha por mi esposo o por otros factores como el hecho de estar los suplementos culturales en manos de los comunistas y yo haber incluido en el relato los interrogatorios del representante mexicano en Burdeos, no tuvo (la obra) mucha difusión”. La reedición del libro tendría que esperar 70 años hasta que la editorial Icaria lo diera a conocer en España en 2009 bajo la edición crítica del catedrático José Colmeiro.
[César G. Calero. ctxt.es]

domingo, 26 de noviembre de 2023

Absorta (Lola Mascarell)

absorta

Estoy oyendo el agua
caer contra el tejado y no la veo,
no veo su descenso en mi ventana,
ni su mancha de nube entre las cosas.
¿Adónde se nos vuela la conciencia
cuándo todo se borra y aparece
un vacío sin nombre y sin paisaje
donde una vez se alzara el mundo en orden?
Hay un raro misterio
en este resbalar de la mirada
más allá del contorno y de las formas.
Hay un raro caer en este trance
del mirar que no mira, que se hunde
nadie sabe en qué abismo bajo el agua
lejana de qué origen.

Absorta (Lola Mascarell)

 

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Mientras la luz
Lola Mascarell (Valencia, 27 de mayo de 1979)

Editorial Pre-Textos, 2013

De su obra ha dicho la autora: “Hay una idea vaga, tal vez, que gira en torno a ese instante en que todo está a punto de desvanecerse, de ser borrado, ese momento previo a la noche, pero que todavía sigue siendo territorio de luz. Y de ahí surge la necesidad de cantar esa luz mientras la luz persiste, cantarla mientras se apaga para hacerla durar. El adverbio, mientras me sugiere esa doble lectura, esa tonalidad agridulce, porque tiene algo que nos lleva a celebrar la duración de las cosas, pero a la vez contiene ya en sí mismo algo de despedida.”
En este poemario hay una constante celebración del instante, ese espacio breve e intenso entre la luz que aparece y su despedida, ese “mientras la luz” permanece en el fulgor de su exuberancia esplendorosa. En el primer poema del libro, que se titula de igual forma, dice: “… Todo está en la ventana, soy el marco/ que reúne y contiene los compases/ de este instante inmortal, de este intervalo./…”. Y en esta celebración hay un cierto paralelismo al haiku, en cuanto la poeta se coloca fuera del suceso, como aquellos haijines recorre su camino y descubre el espíritu del mundo.
[Francisco Basallote.  www.papel-literario.com]

martes, 24 de octubre de 2023

Final (Javier Cercas)

Le hablé de todas estas cosas y de otras, y a medida que lo hacía supe que Jenny tenía razón, que Marcos tenía razón: debía terminar el libro. Lo terminaría porque se lo debía a Gabriel y a Paula y a Rodney, también a Dan y a Jenny, pero sobre todo me lo debía a mí, lo terminaría porque era un escritor y no podía ser otra cosa, porque escribir era lo único que podía permitirme mirar a la realidad sin destruirme o sin que cayera sobre mí una casa ardiendo, lo único que podía dotarla de un sentido o de una ilusión de sentido, lo único que, como había ocurrido durante aquellos meses de encierro y trabajo y vana espera y seducción o persuasión o demostración, me había permitido vislumbrar de veras y sin saberlo el final del viaje, el final del túnel, el boquete en la puerta de piedra, lo único que me había sacado del subsuelo a la intemperie y me había permitido viajar más deprisa que la luz y recuperar parte de lo que había perdido entre el estrépito del derribo, terminaría el libro por eso y porque terminarlo era también la forma de que, aunque encerrados en estas páginas, Gabriel y Paula permaneciesen de algún modo vivos, y de que yo dejase de ser quien había sido hasta entonces, que fui con Rodney —mi semejante, mi hermano—, para convertirme en otro, para ser de alguna manera y en parte y para siempre Rodney. Y en algún momento, mientras seguía contándole a Marcos mi libro sabiendo ya que iba a terminarlo, me asaltó la sospecha de quizá no lo había abandonado dos semanas atrás porque no quisiera terminarlo o no estuviera seguro de que mereciera la pena terminarlo, sino porque no que quería terminarlo: porque cuando estaba vislumbrando su final —cuando casi sabía lo quería decir esta historia, porque ya casi lo había dicho; cuando casi había llegado a donde quería llegar, precisamente porque nunca había sabido adónde iba— me pudo el vértigo de ignorar lo que habría al otro lado, que abismo o espejo me aguardaba más allá de estas páginas, cuando tuviera de nuevo todos los caminos por delante. Y fue entonces cuando no solo supe el final exacto de mi libro, sino también cuando hallé la solución que estaba buscando.

 

Final (Javier Cercas)


 
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La velocidad de la luz
Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 6 de abril de 1962)

 
La velocidad de la luz es la historia de una amistad que empieza en 1987, cuando el narrador, un joven aspirante a novelista, viaja a una universidad del Medio Oeste estadounidense y conoce a Rodney Falk, su compañero de despacho, un excombatiente de Vietnam huraño e inabordable, ferozmente lúcido y corroído en secreto por su pasado.
El narrador tendrá que hacer su propio viaje a los abismos antes de emprender el viaje de regreso hasta el otro lado del océano y volver a visitar a su viejo compañero Rodney, a quien la vida lo llevó a una guerra en la que no creía, contra la que protestó en vano, pues al final se impondría como una nube gris y devastadora que empañó su mirada y lo llevó a trompicones por la vida.
A nuestro narrador no sería la guerra, sino el éxito lo que lo haría transitar desde la cándida e irreverente juventud a la madurez, con su seductora como corrosiva alfombra roja que nos lleva a creernos dueños del mundo o por lo menos personas de éxito que pueden por ello tachonar sobre las rutas de otros.
La velocidad de la luz mantiene un ritmo que nos inquieta porque nos deja a la espera de un suspenso preconcebido, fruto de nuestros clichés sobre los temas de guerra y sus supervivientes. Con aparente tranquilidad, Javier Cercas teje su hilo de Ariadna para llevarnos hasta sentir los estragos de la culpa y la estupidez de las decisiones de quien solo tiene ojos para ver su propia nariz.
[Sofía Gómez - Revista Vagabunda Mx]

domingo, 24 de septiembre de 2023

Ensueño (Ernestina de Champourcin)

El último ensueño
 
Prende a mi vestido capullos de almendro,
perfuma de nardo mis negros cabellos
y entierra entre flores los tristes recuerdos.
Apaga las luces… pero haz que a lo lejos
Beethoven suspire, nostálgico y lento.
Cerraré los ojos y sobre mis dedos
se irá deshojando, silencioso y yerto,
el llanto divino del último ensueño.

Entorna las puertas. Deshaz este velo
que tejí con plata. ¡Ya sólo deseo
descansar tranquila! Cuando esté deshecho,
recoge sus hilos, bésalos y… luego
deja que mis manos vayan componiendo
con las hebras rotas el postrer ensueño.

Mi vida se acaba. ¡Ya sé que me muero!
Y quiero extinguirme, muda, sonriendo,
con el alma alegre y el corazón lleno
de bellas quimeras, guardando en mi pecho
toda la agonía del postrer momento.
¡Déjame que muera viviendo mi ensueño!
 
Almendro En Flor - Vincent Van Gogh

 
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Antología poética
Ernestina de Champourcin (Vitoria, 10 de julio de 1905 - Madrid, 27 de marzo de 1999)


Ediciones Torremozas, 1988
 
“Solo creo en Dios y en la belleza —confiesa Ernestina a Carmen Conde—. No me queda sitio para nada más. ¡Ah! Y en amistades de carácter espiritual como la nuestra, sin distinción de sexos”. Ernestina concibe la experiencia religiosa en un sentido amplio y poético. Su devoción —matiza— “es más bien misticismo; cierto fondo de exaltación que aplico de un modo especial a todas las cosas. Por ejemplo, siento a Dios más cerca al escribir un Poema que rezando ante imágenes […]; vuelvo a repetírtelo: para mí Dios es la Belleza”. Ernestina no era una mujer conformista, sino un espíritu rebelde. No aceptó la tutela de su aristocrática familia, que le recriminó apoyar a la Segunda República. No se alineó con ninguna vanguardia, pese al interés que le suscitaron como escritora. En su única novela, La casa de enfrente, no justificó ni ocultó los crímenes de las milicias revolucionarias en el Madrid sitiado por los militares sublevados. No se sometió al materialismo imperante, que aconsejaba celebrar la finitud y olvidarse de la eternidad. Siempre buscó la pureza y el infinito. “El lirio es la flor simbólica de nuestra juventud —escribe—. Ávida, tensa, en el afán supremo de huir; empeñada en buscarse a sí misma lejos, entre la flecha inmóvil de lo infinito”. 
[Rafael Narbona - El cultural]

lunes, 28 de agosto de 2023

Tiniebla (Manuel Altolaguirre)

¡Cerrad todas mis puertas!
Que angustioso, del centro
de mi tiniebla brote
el fantasma apretado;
que su presencia ahuyente
las músicas, los roces,
los perfumes, las vistas;
que su silencio agrande
la sala inmensamente.

¡Cerrad todas mis puertas!
Que este dolor se encuentre
desconocido, inmóvil;
que apague mis sentidos
y todo se haga de noche:
mi carne, el aire, todo;
no pueda tener límites;
que para mí no queden
ni luces ni alegrías.

Tiniebla (Manuel Altolaguirre)
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Las islas invitadas
Manuel Altolaguirre (Málaga, 29 de junio de 1905 - Burgos, 26 de julio de 1959)


Editorial Castalia, 1972
 
Las islas invitadas comprende 137 poemas, casi toda la producción poética de la primera época de Altolaguirre. El libro está dividido en trece títulos: Ejemplo, Elegías, Luz y amor, El Héroe, Un día, Soledades, Fábulas, Noche humana, Roca maternal, La voz cruel, Vida poética, La lenta libertad y Lo invisible. Algunos de estos títulos corresponde a la obra anteriormente publicada por él, si bien muchos de los poemas no pertenecen a las colecciones anteriores.
Altolaguirre fue agrupando bajo cada título los poemas que consideraba más representativos de su quehacer poético. En su obra se trata del paso del tiempo, la percepción del disfraz del mundo, la intimidad amorosa, la vivencia del propio yo, un cierto recuerdo lorquiano, el sentimiento de la soledad fundido con el tema del Narciso y el homenaje a dos poetas románticos.
[De la Introducción de Margarita Smerdou Altolaguirre]

lunes, 19 de junio de 2023

Determinación (Adam Zagajewski)

El aspecto más fascinante de su biografía es la férrea determinación de Rilke a esperar que las Elegías de Duino visitasen su mente poética. Tal vez sea éste un caso único en historia de la literatura: un gran poeta que aguarda largo tiempo un determinado poema -no "un gran poema" cualquiera sino uno en particular- aprehendiendo su auténtica naturaleza pero sin hacerse con él todavía. Ahora sabemos que las cuatro primeras elegías fueron escritas entre 1912 y 1914 y que hubo que esperar ocho años a las restantes. Desde este punto de vista se puede considerar la Primera Guerra Mundial tan sólo como un molesto contratiempo que impidió la llegada de los poemas -que era, por cierto, lo que Rilke pensaba muchas veces de la gran guerra de naciones-. No se limitó a esperar: más tarde, cuando una vez finalizada la guerra se le abrieron nuevas posibilidades, buscó con mayor o menor asiduidad, y contando con la ayuda de sus amigos, una casa, una torre, un lugar apacible del planeta en el recibir el mensaje del ángel. Al final eligió Suiza, uno de los pocos países europeos no desfigurados por las cicatrices de las trincheras. Como sabemos, las Elegías de Duino terminaron por llegar y dieron sentido a su peregrinar, a su espera, a su postergar, a su deambular de villa en villa, a su paciencia. Conformaron su vida como una obra de arte y lo convirtieron en un emblema de la poesía del siglo XX.
Nadie podrá admirar a Rilke como padre o marido; su fobia a ser amado no resulta precisamente convincente, pero la forma que tomó su vida mediante la poesía es admirable. Lloramos la muerte de Rilke por leucemia en Valmont (negándose, como sabemos, a conocer el nombre de su enfermedad), pero quizás un poco menos que la de otros artistas: ¿acaso no había anunciado que las Elegías ponían fin a su obra? ¿Cómo hubiera podido vivir después? ¿Coleccionando sellos?
¿Visitando países exóticos en compañía de otros jubilados? ¿Escribiendo en francés poemas mediocres? ¿Hay una forma más perfecta de ser poeta? A duras penas.

Determinación (Adam Zagajewski)

 

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Releer a Rilke
Adam Zagajewski (
Leópolis, Ucrania, 21 de junio de 1945 - Cracovia, Polonia, 21 de marzo de 2021)

Editorial Acantilado, 2017
 
Es cierto que el paradigma de la poesía moderna se ha establecido (quizás algo deba revisarse) en La tierra baldía de Eliot, en 1922. Pero las Elegías de Duino de Rilke -de ese mismo año- son otro inmenso camino de bellezas y modernidades, para mí superiores a los bastante posteriores Cuatro cuartetos (que son admirables) o los algo posteriores y rilkeanos Sonetos a Orfeo, más herméticos, aunque Rilke confesó que nunca quiso ese hermetismo.
La Belleza rilkeana sólo puede ser con mayúsculas, como su refinado afán de que el hombre entre -pueda entrar- en la región que le es frontera: "¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los órdenes angélicos? (…) Porque lo bello no es más que el comienzo de lo terrible, ese grado que todavía soportamos…".
Poeta europeo por antonomasia (un europeo en alemán, que también escribió curiosos poemas menores en francés) acaso no es tan casual que muriera y esté enterrado en Suiza. Zagajewski lo explica y lo define bien desde varios ángulos: "Sí, Rilke el artista puro". Y mejor: "Rilke fue un elegante signo de interrogación en el margen de la historia". "Rilke, intemporal e indudable hijo de su propio tiempo". Más allá de las modas, un poeta inmenso.
[El Mundo - Luis Antonio de Villena]