martes, 15 de octubre de 2013

Artes (Félix de Azúa)

En aquella época, durante la construcción de la casa, Wittgenstein tuvo ocasión de reflexionar seriamente sobre los productos artísticos y sobre la posibilidad de que un humano los traiga a este mundo. Su reflexión autocrítica es del mayor interés:
La casa que le construí a mi hermana es el resultado de un oído realmente sensible y de las buenas maneras, la expresión de un correcto entendimiento (de la cultura, etc.) Pero la vida originaria, la vida salvaje empujando airadamente para irrumpir como una erupción en lo abierto... no, de eso no hay nada.
En efecto, una distancia abismal separa los productos de la educación, de la cultura y del buen gusto, de los productos artísticos. El buen gusto y la educación son de agradecer, pero el arte no tiene nada que ver con el buen gusto o la educación. El arte es, las más de las veces, grosero, asqueroso, repugnante, violento o peligroso. Incluso cuando ya nos hemos habituado y han dejando de darnos miedo o asco, las obras de arte pueden saltarnos al cuello en cualquier momento, como vampiros.
Los productos del buen gusto, de la buena educación y de la cultura son estupendos, pero insuficientes. Ahora bien, no es bueno aspirar a la artisticidad. Se presenta sola.
Si el lector tiene inclinaciones artísticas, le recomendamos que procure ser educado y que emplee el buen gusto. Todos se lo agradeceremos. Olvídese de las artes. Si la obra de arte se ha de producir, si ha de venir, ya vendrá. Pero no se haga ilusiones: un artista verdadero no estaría leyendo este libro. Estaría trabajando.


Artes (Félix de Azúa)____________________________________________________________________________

Diccionario de las Artes
Félix de Azúa (Barcelona, 30 de abril de 1944)
 
Editorial Anagrama, 2002

Diccionario de las artes es ya un clásico de la estética que ahora Félix de Azúa ha ampliado y revisado exhaustivamente para esta edición. A pesar de su título, el libro no es un diccionario al uso, sino un ensayo compuesto por diversas voces, dispuestas alfabéticamente, donde el autor medita acerca del ocaso del Arte. Para ello, regresa a los lugares del crimen, es decir, las artes y las ideas que han generado a lo largo de la historia, ese largo viaje en el que el hombre ha ido representándose y abstrayéndose a sí mismo hasta llegar a la extenuación actual. Con una estructura y un ritmo que recuerda a las variaciones musicales, Félix de Azúa, uno de los escritores más brillantes de nuestro tiempo, despliega el espectro semántico que ha generado el Arte y lo somete a una nueva formulación. La belleza, la muerte, lo sagrado o lo sublime se declinan en estas páginas a la par que se muestran los efectos, creativos o destructivos, del mercado, la publicidad y los medios de comunicación. Más que un ensayo de arte, Azúa ha concebido en esta obra imprescindible una bella y lúcida reflexión sobre la condición humana.

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