martes, 29 de octubre de 2013

Casa (Menchu Gutiérrez)

Me agacho, cojo un poco de nieve con las manos y me la llevo a la cara. Debo exponerme al frío para recordar y sentir todo el calor. Acabo de abandonar la última casa de esta plaza; he entrado en todas ellas y, sin embargo, hay una sobre la que no he hablado. Camino por la nieve con esta casa a cuestas, la casa deshabitada que dejé atrás, en el mes más caluroso del año; la casa en la que todo es posible y todo está por hacer; ésa podría ser mía si creyera en ella: la casa prometida.
Veo en el interior de todas las casas a la vez, y cómo su esencia está también en la casa prometida, aunque ésta sólo puede existir como promesa.
En esa casa, miro en el espejo y lo cruzo; atravieso paredes, enciendo velas con la voz; abro grifos con una mirada; subo escaleras con las alas de mi deseo; bajo al sótano a través de la savia de mis raíces... de tal forma soy mi casa prometida y la casa prometida es la caracola de mi voz.
El centro de la plaza arde bajo mis pies, bajo la nieve; los radios que van de mis pies a las casa dividen el mundo y yo cuento el tiempo que me separa de ellas como el tiempo que me separa del próximo amanecer.


Casa (Menchu Gutiérrez)_______________________________________________________________________

La mujer ensimismada 
Menchu Gutiérrez (Madrid, 11 de noviembre de 1957)

Ediciones Siruela, 2001

 
Doce casas iguales rodean un jardín de cuyo centro irradian las leyes invisibles del tiempo. La mujer se dirige a la primera de las puertas, que se abre sin llave, y descubre un interior, absorto en si mismo, en el que otra mujer lleva a cabo una tarea. En cada casa hallamos una labor diferente, las moradas se suceden como los meses y las estaciones, y la mujer visita el corazón ensimismado de estas estancias intimas. El lápiz en el papel, la aguja en la tela, los dedos en el piano, el cuchillo en la tabla o los distintos alfabetos de un único oficio de luz y de tinieblas.

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