viernes, 29 de noviembre de 2013

Feliz (Félix Grande)

Me llamo Horacio Martín Ibn Zaydun, y soy feliz": éstas fueron las últimas palabras que le escuché pronunciar a Horacio Martín un año antes de que se suicidara. No me extrañó que agregase a su nombre el de un poeta hispanoárabe del siglo XI: no sólo porque Martín consideraba a Ibn Zaydun uno de los más grandes poetas amorosos de la España del Califato -él se consideraba a sí mismo uno de los más grandes poetas amorosos de la España del siglo XX-, sino también porque desde hacía algunos años - concretamente desde 1985- Martín había ido identificándose con la figura de Ibn Zaydun hasta extremos inquietantes. Tampoco me sorprendió que Martín, uno de los hombres más obcecadamente desdichados que he conocido en toda mi vida, pronunciase con serena lucidez: "Soy feliz". En la madrugada en que dijo ese desatino, posiblemente era feliz. En realidad, tenía en ese momento a la felicidad lacrada sobre su cara, usurpándole la ansiedad y la angustia que habían ido devorándole su rostro en los últimos tiempos.


Feliz (Félix Grande)
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Sobre el amor y la separación 
Félix Grande (Mérida, 4 de febrero de 1937 -  Madrid, 30 de enero de 2014)
Horacio Martín (Barco de Ávila, 2 de abril de 1940 - Medina Al.zahara, 27 de noviembre de 1991)

Editorial Valdemar, 1996


En la madrugada del 10 de noviembre de 1990 Félix Grande comprobó que su mejor amigo, Horacio Martín, había enloquecido: lo encontró en las ruinas de Al-Zahara, vestido de harapos, comiendo el pan de la limosna, creyéndose encarnado en el poeta cordobés del siglo XI Ibn Zaydun, escuchando solitario en un desvencijado radiocassete las músicas que durante un cuarto de siglo había compartido con sus amantes y espantosamente sosegado: era el sosiego que precede a la aniquilación. Los cuerpos de mujer y la poesía fueron las dos pasiones sobre las que Martín edificó su vida; la soledad y la esterilidad poética lo desmoronaron. Novela fragmentada, relato poético, ensayo heterodoxo entre la pulsión erótica y el abrazo con el dolor como preparación para la desaparición y el olvido, este libro extraño, nocturno y conmovedor, dibuja también el alma de un poeta romántico que se abandonó al exterminio de su conciencia para no tolerar la vergüenza de la decrepitud. Con esta autobiografía dispersa de Horacio Martín, el poeta Félix Grande se despide de su amigo y maestro: una despedida sobresaltada por el horror y por la envidia que suelen producir los artistas desesperados.

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