miércoles, 25 de diciembre de 2013

Mago (Adelaida García Morales)

Mañana en cuanto amanezca, iré a visitar tu tumba, papá. Me han dicho que la hierba crece salvaje entre sus grietas y que jamás lucen flores frescas sobre ella. Nadie te visita. Mamá se marchó a tu tierra y tú no tenías amigos. Decían que eras raro… Pero a mí nunca me extrañó. Pensaba que eras un mago y que los magos eran siempre solitarios. Quizás por eso elegiste aquella casa, a dos kilómetros de la ciudad, perdida en el campo, sin vecino alguno. Era muy grande para nosotros, aunque así podía venir tía Delia tu hermana, a pasar temporadas. Tú no la querías mucho: yo, en cambio, la adoraba. También teníamos sitio para Agustina, la criada, y para Josefa, a quien tú odiabas. Aún puedo verla cuando llegó a casa, vestida de negro, con una falda muy larga, hasta los tobillos, y aquel velo negro que cubría sus cabellos rizados. No era vieja, pero se diría que pretendía parecerlo. Tú te negaste a que viviera en casa. Mamá dijo: “Es una santa”. Pero eso a ti no te conmovía, no creías en esas cosas. “Está sufriendo tanto…” dijo después. Su marido, alcoholizado, le pegaba para obligarle a prostituirse. Tampoco esa desgracia logró emocionarte. Pero ella se fue quedando un día y otro, y tú no te atreviste a echarla. Y años más tarde fue ella la que incitó a mamá para que rompiera todas las fotografías tuyas que había por la casa, a pesar de que acababas de morir. Pero yo no las necesito para evocar tu imagen con precisión.


Mago (Adelaida García Morales)

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El sur
Adelaida García Morales (Badajoz, 1945 - Sevilla, 22 de septiembre de 2014)

Editorial Anagrama, 1985

 
El Sur dio origen al guion de la película del mismo título dirigida por Víctor Erice. Esta historia se caracteriza por su magnetismo narrativo, basado en la especial habilidad de Adelaida García Morales para rodear de un aura de misterio a ciertos personajes masculinos en torno a cuya ausencia teje cada una de las narraciones. Ausencia física pero presencia de sombra, añorada en un caso, ominosa en el otro, cuyo peso se hace sentir doblemente a causa de su misma realidad fantasmagórica.

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