miércoles, 25 de diciembre de 2013

Melancolía (Carlos Gurméndez)

La melancolía no se origina únicamente de los episodios cotidianos sino también, y es mucho más profunda, de las rupturas sucesivas que sufrimos en nuestra vida. Así, cuando el niño alcanza la adolescencia experimenta una desazón angustiosa que se manifiesta en una melancolía proyectiva, ya superado el temor a entrar en la verdadera existencia y no poder refugiarse en los melancólicos e ilusorios sueños de la infancia. Más tarde, el joven, al aproximarse a la cuarentena sufre una grave crisis de melancolía que le postra en silenciosa meditación: "¡Juventud, divino tesoro / ya te vas para no volver!" canta su melancolía el poeta. "Tengo el alma apagada y fría", la expresa otro poeta romántico.
A los años finales de la madurez fecunda y grave, le sucede una aceptada y jovial melancolía de lo que conscientemente ya no puede ser. Pero al despedirse de la edad madura y llegar a la vejez, debido a la inactividad, a la monotonía de una vida repetidamente igual, puede llevar a esa profunda depresión que define Gerard de Nerval: "le soleil Noir de la melancolie".
Hemos expuesto algunas de las consecuencias positivas y negativas de la melancolía. Aprendamos, amigos lectores, a ser honradamente melancólicos. Es un estado de ánimo delicado, sutil y, las más de las veces, enriquecedor de la subjetividad.


Melancolía (Carlos Gurméndez)
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La melancolía
Carlos Gurméndez (Montevideo, 31 diciembre 1916  - Madrid, 7 de febrero de 1997)

Editorial Austral, 1994


Para los románticos alemanes, la melancolía es una isla maravillosa. Para Carlos Gurméndez, la melancolía es: "revolucionaria y posmoderna, sin duda un síntoma de una ambición fallida", según dijo. También "nos impide caer en el abismo de la tristeza; por supuesto, lleva a la reflexión serena y es un bien necesario porque suaviza la aspereza de la existencia". El libro sigue las investigaciones sobre los sentimientos de las anteriores obras de Gurméndez.  El libro sigue un orden: desde Nietzche a Maquiavelo, hasta Benjamin y la melancolía romántica, y la melancolía mezclada con desesperación de poetas como Juan Ramón Jiménez.

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