lunes, 20 de enero de 2014

Reloj (Giuseppe Tomasi di Lampedusa)

Don Fabrizio conocía desde siempre esta sensación. Hacía decenios que sentía cómo el fluido vital, la facultad de existir, la vida en suma, y acaso también la voluntad de continuar viviendo, iban saliendo de él lenta pero continuamente, como los granitos se amontonaban y desfilan uno tras otro, sin prisa pero sin detenerse, ante el estrecho orificio de un reloj de arena. En algunos momentos de intensa actividad, de gran atención, este sentimiento de continuo abandono desaparecía para volver a presentarse impasible en la más breve ocasión de silencio o de introspección: como un zumbido continuo en el oído, como en tictac de un reloj se imponen cuando todo calla, y entonces nos dan la seguridad de que siempre han estado allí, vigilantes, hasta cuando no se oían.
En todos los demás momentos le había bastado siempre un mínimo de atención para advertir el rumor de los granitos de arena que se deslizaban leves, de los instantes de tiempo que se evadían de su mente y le abandonaban para siempre. Por lo demás, la sensación no estuvo antes ligada a ningún malestar. Mejor dicho, esta imperceptible pérdida de vitalidad era la prueba, la condición, por así decirlo, de la sensación de la vida, y para él, acostumbrado a escrutar los espacios interiores ilimitados, a indagar los vastísimos abismos internos, no tenía nada de desagradable: era la de un continuo y minucioso desmonoramiento de la personalidad junto con el vago presagio de reedificarse en otro lugar una personalidad —a Dios gracias— menos consciente pero más grande. 


Reloj (Giuseppe Tomasi di Lampedusa)____________________________________________________________________________

El gatopardo
Giuseppe Tomasi di Lampedusa (Palermo, 23 de diciembre de 1896 - Roma, 26 de julio de 1957)

Editorial Seix Barral, 1984


Lampedusa escribió El Gatopardo con el propósito de hacer una novela histórica ambientada en la época del desembarco de Garibaldi en Marsala y centrada en la figura de su bisabuelo paterno. El príncipe de Salina, don Fabrizio Corbera, temperamento singular en el que el orgullo y el intelectualismo maternos chocan siempre con la sensualidad y la flaqueza paternas, asiste a la ruina de su propio linaje y a la aparición de una nueva clase social. Pero más allá de la recreación de un mundo que se extingue, El Gatopardo ha quedado como uno de los más excelsos ejemplos de novela de la insinuación, en la que los personajes se definen en toda su complejidad, también por sus silencios.

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