miércoles, 25 de junio de 2014

Vacuidad (Victor Frankl)

Cada época tiene sus neurosis y cada tiempo necesita su psicoterapia.
En realidad, hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freud, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial. El paciente típico de nuestros días no sufre tanto, como en los tiempos de Adler, bajo un complejo de inferioridad, sino bajo un abismal complejo de falta de sentido, acompañado de un sentimiento de vacío, razón por la que me inclino a hablar de un vacío existencial.
Tomemos una carta que me escribió un estudiante americano y de la que me limitaré a citar un par de frases: "Aquí, en América, me hallo por rodeado doquier de jóvenes de mi edad, que buscan desesperadamente un sentido a su existencia. No hace mucho murió uno de mis mejores amigos, porque no pudo descubrir este sentido." Mis experiencias respecto de las universidades americanas -hasta el momento, sólo en los Estados Unidos, he pronunciado, 129 conferencias, que me han proporcionado ocasión para entrar en contacto con los estudiantes- corroboran que los pasajes de la citada carta son representativos, en el sentido de que reflejan el estado de ánimo y el sentimiento de la vida predominantes en la actual juventud universitaria.
Pero no sólo en esta juventud. Por lo que hace a la generación de adultos, me limitaré a referirme a los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por Rolf von Eckartsberg entre los ex alumnos de la Harvard University. Veinte años después de haber concluido los estudios universitarios, un notable porcentaje de ellos -que, mientras tanto, habían escalado posiciones acorde con su carrera y que, además, y de cara al exterior, llevaban un género de vida acomodado y feliz- se quejaban de un abismal sentimiento de vacuidad existencial.


Vacuidad (Victor Frankl)____________________________________________________________________________

Ante el vacío existencial
Victor Frankl (Viena, 26 de marzo de 1905 - Viena, 2 de septiembre de 1997)

Herder Editorial, 1980


Hacia una humanización de la psicoterapia. Además de una psicología profunda existe también una psicología elevada. Esta ultima es la que nos quiere presentar Frankl en esta obra: la que incluye en su campo de visión la voluntad de sentido. Cada época tiene sus neurosis y cada tiempo necesita su psicoterapia. Hoy nos enfrentamos con una frustración existencial cargada de una falta de sentido y de un gran sentimiento de vacío. La sociedad de la opulencia solo satisface necesidades, pero no la voluntad de sentido. La tendencia radical del hombre busca el sentido de la vida y pretende llenarlo de contenido.

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