viernes, 10 de octubre de 2014

Juego (Harkaitz Cano)

El juego en sí no tenía nada del otro mundo, era bien sencillo: en el Boulevard había dos cabinas de teléfono bastante alejadas entre sí, de una a otra había exactamente ochenta pasos. La medición exacta de la distancia era además muy importante para el desarrollo del juego. Por otra parte, en la mitad del Boulevard, a cuarenta pasos de cada una de las cabinas, había una marca roja, una cruz roja pintado sobre un sumidero redondo del alcantarillado. Se reunían allí todos los viernes por la tarde, después de salir de la escuela. Para empezar el juego se colocaban sobre la cruz roja pinta en el sumidero. La competición se hacía de dos en dos: se daban la espalda, mirando cada cual a su cabina y tocando con la mano izquierda la derecha del contrincante, para que ninguno de los dos tuviera la más mínima ventaja. Luego, el que había sido nombrado juez —normalmente alguno a quien no le gustaba bailar o no era especialmente hábil corriendo— silbaba y bajaba el pañuelo que sujetaba con la mano derecha, dando inicio a la carrera. Esto es lo que había que hacer: llegar corriendo a la cabina antes de que el contrario alcanzara la suya, abrir de golpe la puerta de biombo y luego, con el auricular en la mano, marcar lo más rápido posible un número de teléfono previamente establecido por los dos contrincantes.
Había que invitar a bailar a quien respondiera al otro lado de la línea. Evidentemente, casi siempre era el que primero llegaba y primero marcaba quien conseguía la cita. Mientras tanto, el que estaba en la otra cabina telefónica, a ochenta pasos —hablemos claro: el perdedor— oía la señal intermitente de que estaba comunicando.


Juego (Harkaitz Cano)
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Enseres de ortopedia inútil
Harkaitz Cano (Lasarte, Gipuzkoa, 4 de agosto de 1975)

Argitaletxe Hiru, 2002


Enseres de ortopedia inútil es una selección de cuentos que incluye narraciones ya publicadas, así como algún texto aún inédito y que ofrece por primera vez a los lectores castellanoparlantes la posibilidad de conocer el estilo y la obra de este joven escritor. La variedad de temas y localizaciones —tanto temporales como espaciales— de los cuentos nos permite realizar un interesante recorrido en el que quedan de manifiesto tanto el valor literario de los textos como el particular punto de vista del autor a la hora de acercarse a las situaciones más diversas. Leyendo estos relatos, el lector percibe como todo lo que sucede a nuestro alrededor y por mínimo que parezca —desde los pequeños detalles de la vida cotidiana hasta el titular de un diario—, puede convertirse en la excusa y estimulo para ahondar en otros mundos, esta vez imaginarios y repletos de sorpresas e ironía.

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