martes, 17 de febrero de 2015

Poesía (Luis García Montero)

Se cierra el círculo de una poesía nacida en la escisión, convertida en recorrido entre lo empírico y lo trascendente, impulsada a representarse como hecho moral y obligada, por tanto, a definirse en estilo de vida. El argumento es claro: si la poesía es una expresión de la vida, la vida debe entenderse al mismo tiempo como una expresión de la poesía.
El poema, pues, se constituye en espectáculo, o mejor aún, sirve para darle espectáculo al otro. El lector asiste a la escenificación y participa desde la butaca que se le ha asignado, viendo al autor en el acto extremo de comunicarse consigo mismo, aunque sea, en el peor de los casos, para sacar la conclusión de que comunicarse, autocomunicarse, es imposible. La historia literaria le ha otorgado a la poesía el privilegio de ser el género más cercano a la verdad, ese lugar donde cualquier afirmación se generaliza por su carácter sincero y donde la mentira carece de voz. El sujeto ético no es lo que dice, sino lo que se dice a si mismo, y el lector de poesía asiste a la representación. Estos son los límites ideológicos de un género que tiene a la voluntad como fundamento; cada poeta es un voluntario, en el sentido militar de la palabra, alguien que se ofrece para viajar, que se arriesga a salvar la distancia entre la verdad y la historia, entre las dos orillas de la herida constituyente, fijando unas condiciones de subjetividad que se universalizan. El mecanismo ofrece una relación ética, un reconocimiento en el Otro y no solamente del otro. El sujeto vence así la evidencia de su propia debilidad; cada lector juega la trampa de su infinitud, de su no clasificación, de su propia individualidad, capaz de renovarse y desmentirse. La poesía ofrece un más allá interiorizado, correlato de los pactos con la realidad, que asegura la certeza del conocido verso de Baudelaire: "Hypocrite lecteur, -mon semblable-, mon frère!"


Poesía (Luis García Montero)

 
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Poesía, cuartel de invierno
Luis García Montero (Granada, 4 de diciembre de 1958)

 
La espiritualización de la libertad, la invitación al viaje, el diálogo con la divinidad y los nuevos espacios sagrados, el malditismo, la voluntad negativa y las ilusiones de la vanguardia forman una imaginería poética que empezó a formarse en el Romanticismo. El poeta asume una rebeldía trágica, que acaba renunciando a los vínculos sociales y a la historia para consolarse líricamente de las carencias de la realidad. ¿Es posible superar este pensamiento negativo sin caer en el conformismo? ¿Es posible salir de las reservas puristas sin ser devorados por el sistema? Para responder a estas preguntas y abrir nuevos caminos, el poeta debe revisar los grandes episodios de su ética.
Poesía, cuartel de invierno es el libro con el que Luis García Montero comenzó la indagación ideológica que caracteriza sus poemas y sus ensayos literarios."Desinteresado por las falsas guerras generacionales o por las polémicas de grupo, necesité arriesgarme a una interpretación ideológica más ambiciosa, a un diálogo con la tradición, intentando valorar las claves de la poesía contemporánea." (Luis García Montero).
 

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