lunes, 25 de julio de 2016

Consuelo (Kay R. Jamison)

He tenido muchas reticencias antes de escribir un libro que relata de manera tan explícita mis propios episodios de manía, depresión y psicosis, así como mis angustias a la hora de aceptar la necesidad de una medicación continuada. Por razones obvias, a la hora de obtener la colegiación y los privilegios hospitalarios de ejercer la medicina, los clínicos se han mostrado siempre poco dispuestos a confesar sus altibajos psiquiátricos. Esa inquietud se encuentra a menudo justificada. Ignoro el alcance que tendrá para mí, a largo plazo, airear estos asuntos de mi vida personal y profesional, pero sean cuales sean las consecuencias, no tienen más remedio que ser mejores que el silencio. Estoy cansada de disimular, de retener y de malgastar energía, de conducirme como si tuviese algo que ocultar. Una es lo que es, y refugiarse tras un diploma o un cargo o una actitud, incluso si es necesario, no es más que deshonestidad. Sigo teniendo dudas sobre si hago bien al hacer público mi problema, pero una de las ventajas de padecer la enfermedad maniaco-depresiva durante más de treinta años es que pocas cosas parecen imposibles de vencer. De manera similar a lo que ocurre cuando hay tormenta en Chesapeake mientras se cruza el Bay Bridge, una puede sentir terror al avanzar, pero nunca se plantea volver atrás. Es entonces cuando la pregunta fundamental de Robert Lowell me procura un consuelo inevitable: "¿Por qué no decir lo qué ocurrió?"

Consuelo (Kay R. Jamison)

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Una mente inquieta
Kay R. Jamison (Washington, 22 de junio de 1946)

Tusquets Editores, 1996


No es la primera vez que la doctora Kay Redfield Jamison, psicóloga y profesora de psiquiatría en la Johns Hopkins University en Estados Unidos, aborda, como especialista en la materia, el tema de la enfermedad maniaco-depresiva. Pero sí es la primera vez que se propone ella misma como «caso», contando su propia y estremecedora experiencia de enferma maniaco-depresiva, experiencia que la puso en condiciones de vivir en su propia carne los infiernos de ese mal, tan universal y, al mismo tiempo, tan mal conocido por el público.
En este testimonio personal, la autora hace el recuento emotivo y perturbador de su odisea a lo largo de treinta años, desde el más penoso caos mental hasta el difícil equilibrio psíquico que ha logrado alcanzar en la actualidad.

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